Con la muerte de los líderes políticos José Francisco Peña Gómez, en mayo de 1998; Juan Bosch en noviembre de 2001, y Joaquín Balaguer en julio de 2002, el reinado político en República Dominicana quedó en manos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) a partir de 1996.
Todo comenzó ese 16 de mayo de 1996, cuando el PLD ganó las elecciones presidenciales llevando como candidato a Leonel Fernández, tras la firma de un pacto electoral protagonizado por el expresidente Joaquín Balaguer y su Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), y el expresidente Bosch, del (PLD).
Esa alianza política estratégica, bautizada como Frente Patriótico, se formó para impedir el triunfo del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que todos los pronósticos le daban vencedor de las elecciones y teniendo como candidato presidencial a José Francisco Peña Gómez.
Bosch y Balaguer, dos líderes políticos que, desde 1966 y a través de sus organizaciones políticas (PRSC y PRD) mantuvieron radicales posiciones en la defensa de las clases sociales que representaban, pero que echaron a un lado sus diferencias y se unificaron solo con ese propósito.
Para entonces, analistas aseguraban que, si Bosch hubiese estado gozando de buena salud y lucidez mental, esa alianza no se hubiese producido por el antagonismo político que existió entre esas dos viejas figuras de la política en República Dominicana.
Cuando el PLD llega al poder en 1996, ya la capacidad mental de Bosch, a sus 90 años, estaba comprometida por la enfermedad de Alzheimer. Por igual, la edad deterioraba la salud física de Balaguer, quien ya pasaba de los 90 años. En cuanto a Peña Gómez, un cáncer de páncreas acababa lentamente con su vida, a los 61 años.
Ante las muertes de Peña Gómez, Bosch y Balaguer, el traspaso del liderazgo político dominicano recayó circunstancialmente a favor del joven abogado y catedrático universitario Leonel Fernández, quien tuvo la oportunidad de protagonizar el nuevo curso de la historia política en este país caribeño.
Durante su tiempo de apogeo, una de las misiones del laureado escritor, historiador y educador dominicano fue la de concientizar políticamente al pueblo a través de sus mensajes ideológicos, e intentar formar hombres y mujeres capacitados y disciplinados para que sirvieran al partido y luego traspasaran ese servicio al pueblo sencillo y humilde que tanto defendió.
Por eso creó los círculos de estudios para la formación política, social, moral y disciplina de sus discípulos dentro del PLD, para que, en el futuro, en caso de llegar al poder, desempeñaran una labor gubernamental de principio moralista, pulcra y honesta.
Sin embargo, Leonel Fernández y Danilo Medina, los dos líderes políticos más favorecidos por la militancia peledeísta para ocupar la primera magistratura del Estado -a la que llegaron con tiempo suficiente para hacer muchas cosas en favor del pueblo- traicionaron los ideales, principios y honestidad que tanto les inculcó su maestro.
En sus respectivos mandatos de 20 años (entre los dos), los expresidentes del PLD prefirieron continuar el estilo caudillista y reeleccionista del líder reformista, quien en sus 24 años de gobierno dirigió el país permitiendo la corrupción gubernamental y la impunidad en todos los estamentos del Estado.
Hoy, para hundir aún más la teoría boschista que con tanta ironía enarbolan para sus propósitos políticos, Danilo con el PLD, Leonel y su Fuerza del Pueblo (FP), y el PRD de Miguel Vargas Maldonado, buscan afanosamente retornar al poder, que perdieron en 2020.
Un pacto electoral desesperado llamado “Alianza Opositora para el Rescate de la República Dominicana”, conformado para intentar frenar la posible reelección del presidente Luis Abinader y su Partido Revolucionario Moderno (PRM) en el poder.
Quieren convencer a la población de que el tema de la corrupción y la impunidad en la presente campaña electoral ni les afecta ni les perjudican, tratando con ello evadir el castigo moral y popular que se merecen.