Fue hace dos temporadas muertas que el cañonero de los Yankees, Giancarlo Stanton, visitó la Ciudad de México, un lugar del que le habían contado “muchas cosas buenas” y quería vivirlo por cuenta propia. Visitó las históricas pirámides de Teotihuacán, luego probó una variedad de restaurantes que de alguna manera superaron los sabores que había disfrutado como niño en Los Ángeles.
En cualquier lugar que iba, incluyendo un concierto de Bad Bunny, Stanton veía a alguien con una gorra con un cierto logo “NY”. La experiencia sembró una idea: ¿Qué tal si los Yankees juegan aquí? Eso se convirtió en una realidad el domingo, cuando los Bombarderos vistieron su uniforme rayado en el primer juego de una serie de dos encuentros de exhibición contra los Diablos Rojos del México en el Estadio Alfredo Harp Helú.
“Fue maravilloso estar ahí”, declaró Stanton después de la derrota de los Yankees por 4-3. “El ambiente fue excelente durante el partido. Creo que los aficionados estaban muy involucrados todo el partido; estaban muy entusiasmados. Fue divertido”.
Un público festivo y entusiasmado cantaba, aplaudía y hacía sonar sus matracas durante el compromiso. Todos se llevaron un recuerdo: El panameño miembro del Salón de la Fama, Mariano Rivera, realizó el primer pitcheo ceremonial con el dominicano de los Diablos Rojos, Robinson Canó -- antes de volarse la cerca e impulsar dos carreras -- como el receptor.
“No parecía un juego de pretemporada”, expresó el receptor José Trevino. “Se sintió como un partido que contaba. Era un partido de béisbol”.
Stanton comparó la energía con la del Clásico Mundial de Béisbol, y efectivamente, se sintió así. El partido del domingo marcó la primera visita de los Yankees a la Ciudad de México desde marzo de 1968, la última campaña de Mickey Mantle con el club. El choque del domingo no fue como cualquiera antes del inicio de la campaña regular.
“Cada vez que podamos treaeremos el uniforme rayado y el logo ‘NY’ a un país como México, y traerle atención al juego de béisbol que tanto amamos”, dijo el manager Aaron Boone. “Pienso que es un gran evento desde cualquier punto de vista. Definitivamente entiendo lo importante que es en la Ciudad de México y más allá. Estoy muy entusiasmado de ser parte de esto”.
Fue un dúo ideal: Los Diablos Rojos frecuentemente son señalados como los “Yankees de México”, debido a que ambos tienen la mayor cantidad de títulos en sus respectivas ligas. Canó, de 41 años, ahora jugando por el amor del juego en vez de un posible regreso a las Mayores, indicó: “Hay muchos aficionados de los Yankees aquí. Donde sea que voy, siempre hay al menos una persona que viene a saludarme”.
El quisqueyano Omar Minaya, un asesor en el departamento de operaciones de béisbol de los Yankees, dijo que Stanton fue una “gran” influencia en la idea del viaje a la Ciudad de México. Las pláticas de la visita comenzaron a circular por la gerencia a mediados del año pasado, con Trevino también entre los que seguían promoviendo la idea.
“Esto se generó por los jugadores, y luego como organización la ejecutamos”, explicó Minaya. “Nadie pensó que pasaría, y lo hicimos realidad. Esto simplemente no es un partido Yankees-Diablos. Esto es todo un evento”.
Idealmente, a los Yankees les hubiera gustado llevar todo su roster a la Ciudad de México. Minaya señaló que desde el aspecto logístico era algo imposible, debido a que el calendario de los Entrenamientos de Primavera ya se había fijado cuando los Yankees y Rojos concretaron su serie en enero. Las fechas tenían a los Bombarderos midiéndose a los Piratas y Mets en la Florida; Minaya agregó que si esperaban que las fechas estuvieran libres, la serie en la Ciudad de México se hubiera atrasado para el 2025.
Boone dijo que fueron estresantes los dos días de cara al viaje, debido a los ajustes que debían realizarse. El dominicano Juan Soto fue uno de los excluidos, porque el guardabosque había expresado que prefería trabajar en su swing en Tampa, Florida. Alex Verdugo, quien en dos ocasiones fue parte de la selección mexicana en el Clásico Mundial de Béisbol, tampoco viajó porque su novia está a unos días de dar a luz.
Sin embargo, los que estuvieron presentes disfrutaron de la experiencia. Stanton se animó a ponerse una máscara de lucha libre durante la rueda de prensa antes del partido; Trevino consiguió una también, y expresó sus esperanzas de poder asistir a un evento de lucha libre la noche del domingo.
El venezolano Oswaldo Cabrera sintió la altitud mientras fildeaba rodadas antes del encuentro; Boone indicó que algunos coaches la habían sentido antes mientras subían escaleras. Pero Cabrera indicó que todo se sintió normal una vez comenzó el partido.
“Así se juega en Latinoamérica”, dijo Cabrera. “Se siente como la postemporada en los Estados Unidos. Es una fantástica experiencia para mí”.
Se escuchó una gran ovación del público cuando Volpe dio un elevado hacia la pista de advertencia para iniciar el encuentro, pero una gran atrapada del dominicano Arístides Aquino le negó extrabases.
Al ser controlados por Trevor Bauer a cuatro hits con dos pasaportes otorgados en tres entradas, los Yankees reaccionaron al final de un choque que también vio al mexicano Víctor González y al nicaragüense Jonathan Loáisiga subirse a la lomita ante familiares por primera vez como miembros de los Yankees.
“Honestamente, pasaron muchas cosas a la vez”, reconoció Stanton. “El ambiente del estar aquí fue maravilloso. Con todo el tiempo que he jugado, siempre es fantástico estar en un lugar nuevo. Entonces me alegró todo esto”.