El presidente de Francia, Emmanuel Macron, alteró el protocolo en la final de la Copa de Francia de fútbol disputada este sábado ante el temor a las protestas convocadas por los sindicatos contra la reforma de las pensiones.
La final en el Estadio de Francia de Saint-Denis, a las afueras de París, terminó con la victoria del Toulouse ante el Nantes por un rotundo 5-1 ante 80.000 espectadores.
Los sindicatos habían distribuidos cartones rojos con la inscripción “tarjeta roja a la jubilación a los 64 años” y silbatos para utilizar en el minuto 49, en alusión al artículo de la Constitución utilizado por el Gobierno para aprobar la polémica reforma de las pensiones sin un voto de la Asamblea Nacional, donde no tenía la mayoría necesaria.
En algunos casos, los cartones fueron confiscados a la entrada del estadio, pero en otros los trabajadores de las entradas permitieron su ingreso.
Finalmente, en el minuto 49, hubo algunas tarjetas rojas y algunos silbidos en las gradas, pocos, lejos de la bronca general buscada por los sindicatos.
Pero el temor a las protestas sí modificó buena partee del protocolo de la final a fin de evitar una gran protesta pública ante las cámaras de televisión contra Macron.
El presidente rompió con la tradición al no bajar al césped para saludar personalmente a cada miembro de los equipos finalistas, algo que hizo a la salida de los respectivos vestuarios mientras los presidentes presentaban a los jugadores.
“Buena final”, “buen partido”, decía Macron a los futbolistas al darles la mano mientras desfilaban en el túnel camino del césped.
Y, al final del encuentro, Macron no bajó al césped para entregar la copa al capitán tolosano, el belga Brecht Dejaegere, sino que lo hizo desde el palco, entre las gradas, junto a su esposa, Brigitte.
Estos cambios permitieron que el presidente no se expusiera en solitario ante el público.
Los actos sindicales de protesta y de reparto de tarjetas y silbatos en las proximidades del estadio habían sido prohibidos el viernes por la prefectura de París, pero fueron autorizados finalmente por un juez tras un recurso de los sindicatos.
El encuentro se disputó entre un gran despliegue policial especial, con 3.000 policías y 1.400 miembros de seguridad privada, a fin de prevenir incidentes entre ambas aficiones, que mantienen una intensa rivalidad.
La policía anunció la detención de 21 personas por llevar bengalas o por robos a los aficionados que convergían hacia el estadio.
Las autoridades no querían problemas tras todos los problemas de seguridad de la pasada final de la Liga de Campeones en el mismo estadio hace once meses, no atribuibles a las aficiones del Real Madrid o del Liverpool.
Sobre todo, las autoridades querían mostrar que se pueden organizar eventos de alto riesgo en este estadio de cara a la Copa del Mundo de Rugby de septiembre/octubre -cuyos principales partidos serán en París- y, especialmente, los Juegos Olímpicos de París 2024.