Fue el primer papa latinoamericano y jesuita de la historia. Cercano, valiente y comprometido con los grandes desafíos del mundo actual.
Nacido en como Jorge Mario Bergoglio, hoy Lunes de Pascua ha muerto el Papa Francisco a los 88 años en la Casa Santa Marta del Vaticano. Primer pontífice latinoamericano y primer jesuita, quiso que se le conociera como Francisco I, en honor a San Francisco de Asís.
Obispo de Roma, líder la Iglesia Católica y jefe de Estado del Vaticano, su papado ha durado 12 años y pasará a la historia por su cercanía con los pobres y el continuo llamamiento a detener las guerras.
UNA VIDA MARCADA POR LA HUMILDAD, EL CAMBIO Y LA CERCANÍA
Desde su elección en 2013, el Papa Francisco I ha revolucionado la imagen del papado con una mezcla única de sencillez, compromiso social y espiritualidad profundamente humana. Con gestos valientes, palabras que inspiran y una visión moderna de la Iglesia, este pontífice argentino ha sabido ganarse el respeto —y el cariño— de creyentes y no creyentes por igual.
Francisco vive con humildad: en una residencia sencilla, cocina para sí mismo y se mueve en coche modesto. Un Papa «de a pie».
DE BUENOS AIRES AL VATICANO: LOS ORÍGENES DE JORGE MARIO BERGOGLIO
Nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, Jorge Mario Bergoglio es hijo de inmigrantes italianos. Estudió química antes de decidirse por la vocación religiosa, y a los 33 años fue ordenado sacerdote jesuita. Durante su vida en Argentina, fue profesor, rector, obispo y finalmente arzobispo de Buenos Aires. Su cercanía con los más pobres, su rechazo al lujo y su estilo de vida austero lo convirtieron en una figura profundamente respetada.
En marzo de 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, el cónclave lo eligió como el primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia. Eligió el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, símbolo de humildad, paz y amor por la naturaleza —valores que definen su pontificado.
UN PAPADO CENTRADO EN LA JUSTICIA, LA INCLUSIÓN Y LA ECOLOGÍA
Desde el primer momento, Francisco I ha apostado por una Iglesia más cercana y menos institucionalizada, abriendo debates que durante siglos fueron tabú. Ha hablado de forma clara sobre temas como la pobreza, la migración, el medio ambiente, los derechos humanos y la necesidad de una mayor inclusión en la Iglesia.
Su encíclica Laudato si’, publicada en 2015, fue un llamamiento global a cuidar el planeta, denunciando los efectos devastadores del cambio climático. También ha abogado por una Iglesia más acogedora hacia las mujeres y las personas LGTBIQ+, y ha condenado con firmeza los abusos dentro del clero.
Con él, el papado ha adquirido un tono más humano, menos rígido y mucho más comprometido con los desafíos reales del siglo XXI.
Defiende una Iglesia más abierta e inclusiva. Ha hablado del papel de la mujer, de los derechos LGTBIQ+, del medio ambiente y de la justicia social.
UN LÍDER ESPIRITUAL QUE CONECTA CON EL MUNDO
Una de las características más destacadas del Papa Francisco es su lenguaje directo, humilde y cercano. Se muestra como un hombre común: vive en una residencia sencilla del Vaticano, prepara su propio desayuno y se desplaza en un coche modesto. Se comunica a través de redes sociales y no duda en abrazar, reír o llorar junto a la gente.
Lejos del protocolo, su estilo pastoral ha devuelto a muchas personas la esperanza en una Iglesia más abierta y compasiva, y ha reavivado la conexión espiritual en millones de fieles.
Con su encíclica Laudato si’, lidera el llamamiento por un planeta más justo y sostenible. También denuncia con fuerza la desigualdad y los abusos de poder.
UN LEGADO EN CONSTRUCCIÓN
A sus más de 80 años, Francisco continúa viajando, escribiendo, reuniéndose con líderes mundiales y defendiendo causas que buscan construir un mundo más justo, equitativo y solidario. Su papado, sin duda, será recordado como un tiempo de transformación profunda, donde la espiritualidad se mezcla con la acción social y la fe se vuelve una herramienta de cambio.