El director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), doctor Jarbas Barbosa, instó hoy a líderes y tomadores de decisión a garantizar que la salud mental ocupe un lugar prioritario en la agenda política y se integre en todos los sectores y políticas, con el fin de abordar el agravamiento de la salud mental en las Américas tras la pandemia de COVID-19.
“La salud mental de la población de las Américas se ha visto gravemente afectada por la pandemia de la COVID-19 y por sus efectos sobre nuestras vidas, economías y sociedades,” afirmó el doctor Barbosa en una rueda de prensa celebrada hoy para presentar el informe Una nueva agenda para la salud mental en las Américas, elaborado por la Comisión de Alto Nivel sobre Salud Mental y COVID-19 de la OPS.
Si bien la salud mental ha representado históricamente una fuente importante de discapacidad y mortalidad en las Américas, al representar casi un tercio de todos los años vividos con una discapacidad, la pandemia aumentó aún más los factores de riesgo de los problemas de salud mental, como el desempleo, la inseguridad económica y el duelo y la pérdida.
De acuerdo a la OPS, a pesar del alto nivel de problemas de salud mental en la región, la gran mayoría de quienes padecen una condición no reciben la atención que necesitan. En 2020, más del 80 % de las personas con una enfermedad mental grave, incluida la psicosis, no recibieron tratamiento.
El director de la OPS destacó que esta falta de acceso a la atención se debe a diversos factores previos a la pandemia, entre ellos: la escasa inversión en el área, solo el 3 % de los presupuestos de salud de los países se destina a la salud mental; la dependencia de la hospitalización de larga duración cuando la mayoría de los problemas de salud mental pueden resolverse con atención en la comunidad; la escasez crónica de personal de salud mental capacitado; y el acceso reducido a los servicios para las personas que viven en situaciones de vulnerabilidad.