El gobierno de Estados Unidos activó este miércoles un aumento significativo de los aranceles sobre el acero y el aluminio, que pasan del 25 % al 50 %, en una nueva maniobra comercial del presidente Donald Trump que añade presión a las negociaciones con China y la Unión Europea (UE) para poner fin a la prolongada guerra comercial.
La medida afectará especialmente a Canadá, principal proveedor de ambos metales a EE.UU., así como a grandes exportadores como México, Brasil, Corea del Sur, Vietnam y la propia China, el segundo mayor vendedor de aluminio al país norteamericano.
Trump justificó el aumento arancelario mediante una orden ejecutiva, en la que argumentó que estas importaciones “amenazan con perjudicar la seguridad nacional”. A su juicio, aunque los aranceles del 25 % previos ayudaron a estabilizar los precios, no fueron suficientes para fortalecer la capacidad productiva nacional ni para cumplir con las necesidades estratégicas de defensa.
“El incremento permitirá contrarrestar más eficazmente la competencia desleal y el dumping de excedentes de acero y aluminio a bajo costo en el mercado estadounidense”, señala el documento presidencial.
Excepciones, críticas y tensiones con China
El Reino Unido quedará exento del nuevo aumento, manteniendo su arancel actual del 25 % gracias a un acuerdo bilateral que será revisado en julio.
Sin embargo, la decisión ya ha provocado críticas desde Pekín, que acusa a EE.UU. de violar el pacto alcanzado en mayo y de aplicar “medidas de supresión extrema”, como nuevas restricciones a la exportación de chips y la suspensión de visados a estudiantes chinos.
La Casa Blanca informó que Trump y el presidente Xi Jinping sostendrán una conversación telefónica esta semana para intentar reducir tensiones. No obstante, China aún no ha confirmado ese contacto.
El anuncio del aumento arancelario fue realizado en una planta de U.S. Steel en Pensilvania, en medio de la controversia por la compra de la siderúrgica por parte de la japonesa Nippon Steel, operación que implica una inversión de 14.000 millones de dólares. Pese a que Trump y su predecesor, Joe Biden, habían rechazado la oferta inicial, el actual mandatario ha presentado el acuerdo como una “asociación”, no como una adquisición total, y aseguró que la empresa mantendrá su nombre y sede en EE.UU.
Bruselas lamenta la decisión
En Europa, el anuncio cayó como un jarro de agua fría. La Comisión Europea lamentó el aumento de aranceles, sobre todo después de una llamada reciente entre Trump y la presidenta Ursula von der Leyen, que parecía haber acercado posiciones.
El comisario de Comercio de la UE, Maroš Šefčovič, se reunirá esta semana en París con el representante comercial estadounidense Jamieson Greer, con la intención de avanzar en la definición de un nuevo marco comercial. EE.UU. ha dado plazo hasta julio para negociar antes de activar los llamados “aranceles recíprocos”, que incluirían un recargo del 20 % a las importaciones europeas.
Trump mantiene su estilo desafiante
En un mensaje publicado en su red Truth Social, Trump aseguró que le “gusta” el presidente chino Xi Jinping, aunque lo describió como un líder “muy duro” y “extremadamente difícil” para negociar. “Siempre me ha gustado y siempre me gustará, pero es MUY DURO”, escribió en mayúsculas.
Mientras tanto, analistas apuntan que la nueva ofensiva arancelaria podría complicar aún más un panorama ya tenso y legalmente incierto, justo cuando se populariza el apodo “TACO trade” (Trump Always Chickens Out), un término irónico usado por inversores que apuestan a que Trump cede tras sus amenazas comerciales. El presidente, visiblemente molesto por el término, insistió en que sus maniobras forman parte de una estrategia firme de negociación.