Pese a ser una Final Four del 'March Madness', título nacional universitario del baloncesto de los Estados Unidos, sin un grandísimo y tradicional programa, y sin una rutilante estrella, el deporte de la canasta no defraudó con una de sus historias que no entiende de fronteras. Ni de formas de vivir. La importante -y no favorita en el comienzo- Universidad de Connecticut (UCONN) ganó su quinto título y elevó a Adama Sanogo (Bamako, Mali, 2002) a la historia. El chico que a los 15 años ayudaba a su padre en el lavado de coches en el corazón de África.
UCONN dominó la Final Four de Houston a su favor. En la final, San Diego, programa alejadísimo de la potencia del de Connecticut, no tuvo opción (59-76). Once minutos sin anotar, más un recital de Sanogo (17 puntos y 10 rebotes) bajo tableros les destrozó. Campeón por quinta vez, uniéndose en la historia a los Kemba Walker, Shabazz Napier o 'Rip' Hamilton. También cumpliendo aquello de si "Connecticut hace final, gana".
Sanogo entró en la historia. 20 puntos de media con un 65% en el lanzamiento en el torneo, a la altura de Hakeem Olajuwon (1984), Christian Laettner (1991) y Corliss Williamson (1994). Un MVP especial. "Todo es posible, sólo tienes que creer en ti", dijo. No para menos, la pelota naranja le había cambiado la vida.
De lavar coches a campeón
De Adama Sanogo nadie sabía nada hasta los 14. En ese momento, cambió el fútbol por el baloncesto en su Mali natal y el impacto fue desmedido (apoyado en 2,06 de altura y más de 100 kilos de peso). Los institutos estadounidenses se interesaron, y cambiaron la vida del chico. Creció ayudando a su padre, dueño de cuatro negocios de lavado de coches en Bamako. Y como muchos chicos en esa zona de África, miraba a Francia como lugar para crecer. "No quería ir a los Estados Unidos. Pensaba en Francia. Pero ellos me enseñaron a no decir que no a todo", reflexionó.
Decidió embarcarse en la aventura, con otro condicionante. Hablaba tres idiomas, francés, árabe y bambara (el local de Mali), pero no inglés. Totalmente sólo y cerca de Nueva York. Un cambio gigante, que aceptó. Primero pasó por Our Savior New American School y fue transferido a The Patrick School, y vivió junto a una familia, mientras entrenaba con otros "prospects" como Cheick Diallo o Jonathan Kuminga -campeón de la NBA con los Warriors-.
Allí se destapó con un doble doble (13,5+10,5) de media y los 'Huskies' se lanzaron a su reclutamiento. "Entendimos todo lo que había dado por el deporte y fuimos a por él con el mayor respeto", confesó Kimani Young, adjunto del entrenador. Se fue ganando el puesto, hasta que consiguió ser titular. Trabajando, mejorando fundamentos y en un programa de altísimo nivel.
"Todo lo hace con un propósito. Tanto en la parte académica, como en la fuerza y acondicionamiento físico sobre la pista. Es inspirador. Por cómo vive y sus objetivos que le mueven. Lo que le importa. Las relaciones que tiene. Sus expectaciones. Ser capaz de comunicar, de aprender, de crecer. Todo le importa. Es tu sueño como entrenador", reflexionó Young en 'CTInsider'.
Sueños de NBA
Un chico que no dejó de superarse. Una mentalidad diferente. Sanogo cerró ese círculo, en el que se alejó de sus padres y cinco hermanos en África, para ser profesional. Y dominó un March Madness sin grandes estrellas. Gobernó la zona y se marcó un March Madness, en el que cumplió el Ramadán, brutal bajo tableros. MVP, sin discusión.
Su futuro es el profesionalismo, y llama a la NBA. Está previsto que llegue a las segunda ronda del Draft, con su 'stock' subiendo tras mostrar competitividad, capacidad defensiva y una potencia desmedida pese a no ser exuberante en lo físico. Y llegará. Su vida le enseña a que si sueñas se cumple. Adama Sanogo, de un negocio de lavado de coches en África al título nacional.