Aunque Francisco Álvarez tuvo que buscar un pitcheo bajito para conectar su doble en el séptima inning el sábado, llevando su bate por debajo de la zona de strike para levantar una sweeper de Orion Kerkering y dejarla caer entre el izquierdo y el central, golpeó lo suficientemente bien la pelota. Mientras la bola se dirigía hacia el callejón, Álvarez pensó: “No hay manera de que la atrape”.
Ese no es el tipo de pensamiento que Álvarez hubiera tenido hace un mes, cuando aún estaba sumido en un bache que consumió gran parte de su temporada. Pero estos días, Álvarez tiene motivos para ser optimista. Su gran momento, que incluyó un jonrón, un doble y tres carreras impulsadas en la victoria de 6-3 sobre los Filis el sábado, es una de las principales razones por las cuales los Mets están embalados hacia una potencial plaza en los playoffs.
“Casi está echando espuma por la boca para subir al plato”, dijo su compañero Brandon Nimmo. “Es increíble. Lo quiere”.
La victoria permitió a los Mets mantener una ventaja de dos juegos sobre los Bravos por el último Comodín en la Liga Nacional, con siete duelos por disputar. Nueva York sigue a un juego de los D-backs, que ganaron el sábado en Milwaukee, en la lucha por el segundo Wild Card. Esto es en gran parte gracias a Álvarez, quien ha conectado cinco jonrones en sus últimos 11 juegos después de haber dado solo seis en sus primeros 85 partidos. Ha aumentado su OPS 50 puntos en 10 días.
El sábado, Álvarez empató el juego en la segunda entrada con un vuelacercas a 113.8 mph, el más fuerte de su carrera (superando el de 111.7 mph que conectó dos días antes). Pero su impacto más significativo pudo haber ocurrido en el séptimo acto, cuando llegó al plato momentos después de que Nimmo le diera a los Mets la ventaja con un sencillo impulsor.
Con dos hombres en base y dos outs, Álvarez bateó su doble hacia el callejón para impulsar dos rayitas cruciales. Al llegar a la segunda base, levantó ambas manos al aire y señaló al dugout, donde el puertorriqueño Francisco Lindor y otros le gritaban de vuelta.
“Increíble,” dijo el mánager Carlos Mendoza sobre la reacción de la multitud de 44,152 personas, la quinta más grande para un juego de temporada regular en la historia de Citi Field. “Así es como debería verse, así debería sentirse, especialmente cuando estamos jugando partidos importantes en septiembre, al final de la temporada, luchando por un puesto en los playoffs. Esto es lo que buscas. Es lo que sueñas, para lo que te preparas.”
No fue solo Álvarez quien provocó esos aplausos. El abridor Sean Manaea se ganó su parte con más de siete efectivos innings, levantando su gorra hacia la multitud cuando salió en el octavo. Nimmo tuvo su hit clave, el novato venezolano Luisangel Acuña conectó su tercer jonrón en sus primeros ocho juegos en las Grandes Ligas y el puertorriqueño Edwin Díaz lució como en sus mejores días al asegurar el salvado sacando cuatro outs.
Pero fue Álvarez quien cambió por completo el panorama.
Cuando Lindor sufrió su lesión en la espalda el fin de semana pasado, surgieron dos preguntas urgentes. Una era cuánto tiempo estaría Lindor fuera de juego. La otra, quién podría dar un paso adelante en su ausencia.
Un candidato, J.D. Martínez, está en un bache tan pronunciado que Mendoza lo ha dejado en la banca dos veces en una semana contra lanzadores zurdos, algo que habría sido impensable en prácticamente cualquier otro momento de la carrera de Martínez. Otro, Pete Alonso, no siempre ha respondido en los momentos de mayor presión (a pesar de haberse embasado en sus cinco visitas al plato el sábado). Nimmo ha sido inconsistente. Mark Vientos ha bajado el ritmo últimamente.
Eso ha dejado a Álvarez con la responsabilidad, y ha respondido a lo grande. Desde la noche en que Lindor se lesionó la espalda, Álvarez ha bateado de 24-7 con cuatro cuadrangulares y 10 carreras impulsadas.
“Es un muchacho muy trabajador”, comentó el venezolano Mendoza. “Ha estado trabajando muy duro tras bastidores durante un mes. Y finalmente, está dando sus frutos... No creo que sea algo de la noche a la mañana. Pero es divertido.”
Específicamente, Álvarez ha trabajado para mejorar tanto su disciplina en el plato como la mecánica de su swing, tratando de abrir sus caderas más tarde para poder “sentirse poderoso” de nuevo. Sin duda, tiene tanto el historial como la reputación. Después de hablar sobre su propio poder como novato, Acuña se rió cuando le preguntaron sobre Álvarez. “Nooo, él sí tiene poder”, respondió el joven con una carcajada.
Para los Mets, ese poder se está mostrando en los juegos en los momentos más oportunos. Nimmo describió la forma en que Álvarez se mueve por el cajón de bateo como prueba de que disfruta los momentos importantes, los cuales están ocurriendo cada vez más para un equipo de los Mets que sigue luciendo como un equipo de postemporada.
“Me gusta”, comentó Álvarez. “Me gusta jugar todos los días. Me gustan estos juegos. Y también me encanta la carrera por la postemporada”.