El interminable drama humano de intercambio de rehenes por prisioneros entre Israel y los grupos armados palestinos, sirios y libaneses contrarios a la nación hebrea nunca tendrá fin.
Los líderes de Tel Aviv tienen como tradición pagar un alto precio por sus soldados o civiles en condición de rehenes, sin importar las circunstancias en que hayan sido capturados por sus enemigos.
La historia de intercambio de presos por rehenes se remonta a 1983, cuando el 23 de noviembre un total de 4,500 prisioneros, en su mayoría palestinos, fueron intercambiados por seis soldados israelíes.
En 1985 Israel liberó a 1,150 palestinos, libaneses y de otras nacionalidades a cambio de tres soldados de su ejército.
Dos años después, Israel liberó al fundador y guía espiritual de Hamás, Ahmed Jassin, y decenas de palestinos a cambio de dos de sus agentes secretos.
En 2004, en otra negociación con el grupo militante islamista chiita-libanés Hezbollah, el gobierno de Tel Aviv liberó 400 palestinos y 23 libaneses, a cambio de los cadáveres de tres soldados y un coronel de la reserva israelí.
En octubre de 2011, Israel negoció la liberación del soldado Gilad Shalit, en poder Hamás, a cambio de liberar 1,027 palestinos presos en Israel.
En este nuevo conflicto, Hamás comenzó a intercambiar los 240 rehenes en su poder a cambio de la liberación de los palestinos encerrados en cárceles de la nación hebrea.
Según el Centro de Información Israelí para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados, el número de palestinos encarcelados en Israel por “motivos de seguridad” era de 4,764 para finales de septiembre 2023.
Sin embargo, la Sociedad de Prisioneros Palestinos afirma que el total de presos palestinos en Israel llega 7,200, incluidos mujeres y niños.
El nuevo intercambio de rehenes y prisioneros inició la semana pasada con la intervención de Qatar, una nación enclavada en Oriente Medio, y que luego se integraron al diálogo Estados Unidos y Egipto.
Hasta el momento, 50 israelíes han sido liberados por Hamás y un grupo de 150 palestinos fueron excarcelados por Israel.
El Talmud es el libro judaico rabínico por excelencia y fuente principal de la ley religiosa y la teología judía. En uno de sus escritos hace énfasis en lo sagrado de la vida y en la obligación de redimir o rescatar al cautivo.
Tomando como base los escritos del Talmud es que Israel ha llevado a cabo desde tiempos remotos negociaciones desventajosas con sus adversarios para rescatar a su gente.
En la liberación del soldado israelí Gilad Shalit, en 2011, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, hizo mención de los escritos del Talmud en un discurso a la nación, para explicar el motivo por el cual se decidió el acuerdo de intercambiar un soldado israelí por 1,024 palestinos.
El acuerdo actual es igualmente ventajoso en número para Hamás, por lo que los secuestros continuarán en el futuro con esta estrategia política de secuestros.
Lamentablemente, ellos también han pagado un alto precio. Una reacción de venganza por lo del pasado 7 de octubre; un bombardeo masivo a su pueblo en Gaza en la que han perecido más de 14 mil palestinos entre hombres, mujeres y niños.
Ante este brutal hecho, el apoyo internacional hacia Israel se había derrumbado días antes de la tregua de 48 horas, para dar paso a las negociaciones y ayuda humanitaria a la población civil atrapada en el conflicto.
El rechazo internacional a los bombardeos indiscriminados de Israel en la Franja de Gaza motivó a que decenas de países se solidarizaran con el Estado Palestino y en favor de su causa.
Son ya más de 140 países a nivel mundial que reconocen a Palestina como nación, desde su declaración de independencia, formulada por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en 1988.
Todos han coincidido en reprochar la acción que cometió el grupo palestino Hamás en Israel en octubre pasado, en la que mataron unas 1,300 personas entre civiles y militares, más el secuestro de 240 ciudadanos entre israelíes y otras nacionalidades.
Los líderes del Estado de Israel están enfadados porque Pedro Sánchez, presidente del gobierno español, reconoció al Estado Palestino al igual como lo han hecho muchos de sus socios europeos.
Antes del reconocimiento, Sánchez había criticado al régimen de Tel Aviv por no cumplir con el derecho humanitario internacional.
Como era de esperarse, Israel ha reaccionado de forma airada por esta determinación de España.
Desde la incursión violenta de Hamás en territorio israelí, la postura del gobierno socialista español ha sido la de crear una vía de entendimiento entre Israel y Palestina, en la que reine la paz y prosperidad entre ambas naciones.
Nueve de los 27 países que componen la Unión Europea también han reconocido y apoyan a Palestina como nación. Entre estos están Polonia, Eslovaquia, Chipre, Bulgaria, Malta, Rumania y la República Checa.
Sin embargo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no reconoce oficialmente a Palestina como Estado miembro, por las presiones que ejerce EEUU al organismo internacional.
En 2012, Palestina fue aceptado como Estado observador de la ONU tras una votación de la Asamblea General del organismo, en la que 138 de sus miembros votaron a favor, 9 en contra y 41 se abstuvieron.
En contrario, 164 naciones de la ONU de los 193 países que lo componen, reconocen el Estado de Israel.
Con su sangrienta escalada militar contra los líderes y militantes de Hamás supuestamente ocultos en Gaza, Israel se ha ganado el rechazo de la mayoría de sus países aliados, por irrespetar los derechos internacionales humanitarios establecidos y violados más de 60 acuerdos y convenios internacionales.
Para colmo, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, dijo recientemente que al término de la tregua y el intercambio de rehenes y presos, las Fuerzas de Defensa de Israel volverán a bombardear con más furia la Franja de Gaza, por lo que el genocidio en esta región de Palestina aún no se da por terminado.