Santo Domingo. – La arquitecta y gestora cultural Mónica Gutiérrez Fiallo, directora del museo de las Atarazanas Reales ofreció una conferencia en la Casa Mella Russo, donde abordó con rigor histórico y reflexivo la importancia del patrimonio cultural como expresión de la identidad colectiva y como recurso para el desarrollo sostenible.
En un ambiente cargado de historia y simbolismo, Gutiérrez Fiallo agradeció a Altagracita Mella Russo y a su equipo por abrir un espacio de diálogo en torno a un tema que, en sus palabras, “nos toca de cerca como sociedad, como nación y como seres humanos”. Durante su ponencia, destacó que el patrimonio cultural no se reduce a monumentos y objetos antiguos, sino que abarca prácticas, tradiciones, paisajes y manifestaciones inmateriales que conforman la memoria viva de los pueblos.
El recorrido conceptual presentado incluyó la evolución del término “patrimonio”, desde sus raíces en la Antigüedad hasta su consolidación en el siglo XX con organismos internacionales como la UNESCO, y la ampliación del concepto hacia lo inmaterial y lo natural. Asimismo, se profundizó en las diversas tipologías: patrimonio material, inmaterial, natural, industrial y subacuático, ilustradas con ejemplos relevantes de la República Dominicana como la Ciudad Colonial de Santo Domingo, el merengue, el Parque Nacional Los Haitises y los ingenios azucareros.
Uno de los énfasis de la conferencia estuvo en la riqueza del patrimonio arqueológico subacuático dominicano, con especial mención a los naufragios históricos y la importancia de la Convención de la UNESCO de 2001 que protege estos bienes. La especialista recordó que en el Museo de las Atarazanas Reales (MAR) se conservan piezas que forman parte esencial de esta memoria marítima, subrayando la necesidad de reforzar la protección frente al saqueo y de impulsar programas educativos para las nuevas generaciones.
Monica Gutiérrez también llamó la atención sobre los desafíos contemporáneos que enfrenta el patrimonio: la globalización cultural, la mercantilización del turismo, el cambio climático, los conflictos bélicos y el surgimiento del patrimonio digital. En ese sentido, planteó debates actuales en torno a la autenticidad de los monumentos, la restitución de bienes culturales y el equilibrio entre preservación y modernización.
“La educación patrimonial es clave”, enfatizó. “El patrimonio no existe sin las personas. No basta con restaurar edificios: hay que restaurar significados”. La arquitecta insistió en la necesidad de involucrar a las comunidades en la conservación, y de ver el patrimonio como un motor de desarrollo que impulse industrias creativas, turismo cultural responsable y proyectos urbanos que integren pasado y presente.
La conferencia concluyó con una reflexión sobre la dimensión ética y ciudadana del patrimonio: “No es solo memoria, también es futuro. Preservarlo no significa congelarlo, sino hacerlo dialogar con el presente y proyectarlo hacia las próximas generaciones”.
La actividad en la Casa Mella Russo reafirmó el valor de estos espacios culturales como escenarios de encuentro, formación y concienciación. La difusión de este tipo de iniciativas contribuye a fortalecer la responsabilidad compartida de proteger la herencia común de la República Dominicana y del Caribe, asegurando que continúe siendo fuente de identidad, cohesión social y desarrollo para el futuro.