El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, declaró hace una semana que solo si se le presentase una condición de salud negativa, declinaría su intención de buscar un segundo período como candidato para las elecciones del próximo noviembre.
Es decir, que independientemente de los problemas cognitivos que padece -propios de su avanzada edad- una nueva condición de salud tendría que afectarle para tomar la decisión de no continuar su proyecto reeleccionista.
Ahora resulta que al mandatario estadounidense le diagnosticaron que tiene el virus del Covid.
Por suerte, el virus del coronavirus que desde su aparición en China en 2019 mató millones de personas a nivel mundial, especialmente a muchos ancianos, ya no es tan letal, ya que los síntomas se manifiestan hoy día como una gripe o resfriado normal.
Un médico neoyorkino consultado al respecto me aseguró que ni siquiera las medicinas contra el Covid se están recetando como se hacía en plena pandemia.
Aseguró el galeno que “es muy probable que por su avanzada edad, 81 años, si estuviere presentando patologías que puedan causar potencialmente neumonía como un déficit calórico, entonces sí es necesario aplicar medicamentos especiales contra la Covid”.
Reportes oficiales indican que Biden está en cuarentena por la enfermedad, pero que sigue trabajando desde su residencia en el estado de Delaware, atendiendo asuntos de estado pero bajo estricta observación médica.
Es muy probable que además de enfermo, Biden pudiera estar muy enojado y triste por las opiniones de muchos de sus aliados en el Congreso, y líderes del Partido Demócrata, que han sugerido él debe retirar su candidatura presidencial, especialmente luego de su pobre actuación frente a Donald Trump en el primer debate realizado en Atlanta.
El mandatario ha dicho que su salud está bien y que no hay motivos para no continuar con su proyecto reeleccionista.
Influyentes medios de comunicación, así como analistas políticos en redes sociales han dado a conocer las versiones, según sus fuentes fidedignas, que Biden está en un estado de relajación en su hogar, analizando con tranquilidad su declinación a continuar en el cargo.
Aseguran que él “se siente debilitado y traicionado por las peticiones de líderes del partido de que retire su candidatura”, antes de la celebración de la Convención Nacional Demócrata, fijada entre el 19 y el 22 de agosto en Chicago.
Otras versiones indican que, ante el aumento de popularidad de su rival republicano en los últimos meses, Biden podría estar delineando con sus asesores más cercanos la estrategia política a seguir para evitar el posible triunfo de Trump, como aseguran las encuestas publicadas por renombradas firmas.
A todo esto, y mientras Biden continúa tratando de recuperar su estado de salud, Trump igualmente recuperaba los ánimos al asistir a la Convención Nacional Republicana celebrada en Milwaukee, para aceptar la nominación presidencial.
Ante ovaciones y vítores, el aspirante republicano se dirigió el pasado jueves en la noche a los delegados de su partido casi una semana después de salvar su vida en un atentado ocurrido el sábado 13 de julio en Butler, Pensilvania.
En su discurso de 90 minutos de duración, hizo un recuento paso a paso de su experiencia cercana a la muerte, dando gracias a Dios repetidamente por haberlo protegido ese día.
En tono más suave y reflexivo que en otros discursos habituales, dijo que se postulaba para ser presidente de los Estados Unidos, y no de la mitad del país.
Lo cierto es que mientras la imagen de Biden se desploma dentro y fuera de su partido, Trump se levanta con más fe, “bendecido y protegido con la gracia de Dios”, recibiendo el apoyo completo del Partido Republicano en su intento por ganar las elecciones del próximo 6 de noviembre.