La presencia masiva de sargazo ha vuelto a cubrir las costas de Punta Cana y otras zonas turísticas del país, obligando a hoteleros, trabajadores y autoridades a redoblar esfuerzos para mitigar el impacto ambiental, económico y visual que provoca esta macroalga marina.
En playas como Bávaro, la imagen se repite cada mañana: carretillas llenas de algas, operarios con rastrillos y maquinaria pesada retirando sargazo para liberar la arena y facilitar el acceso al mar. Marlon, un joven de 28 años, forma parte de los trabajadores contratados por pequeños hoteles para enfrentar esta situación. “Mi jornada empieza a las 8 a. m. y hago decenas de viajes quitando algas para que los turistas puedan caminar sin obstáculos”, contó a EFE.
Mientras los grandes resorts recurren a tractores especializados, los turistas —algunos sorprendidos por la cantidad de algas— buscan adaptarse. “He venido otras veces, pero es la primera vez que veo las playas así”, comentó Fernanda, visitante española. “Definitivamente volveré, pero en Navidad”.
No solo el paisaje se ve afectado. El sector del buceo también sufre la embestida del sargazo. Pedro, guía local, asegura que muchos clientes cancelan excursiones al temer que los puntos de inmersión también estén invadidos.
Una amenaza regional
El fenómeno del sargazo afecta no solo a República Dominicana, sino también a países vecinos como Puerto Rico, Cuba y México. Por ello, el presidente Luis Abinader pidió recientemente ante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3) que se declare como “una emergencia regional”, advirtiendo que esta situación ha pasado de ser una anomalía a convertirse en una crisis ambiental, económica y social.
El impacto es significativo: el turismo aporta el 19 % del PIB dominicano, mientras que los ecosistemas marinos, la pesca y la salud de las comunidades también están en riesgo. Al descomponerse, el sargazo genera malos olores y puede afectar las vías respiratorias de las personas más vulnerables.
Del reto a la oportunidad
Consciente de este desafío, el Gobierno dominicano apuesta por convertir el problema en una oportunidad económica. A través del Ministerio de Medio Ambiente y con el respaldo de la Unión Europea, se creó el Grupo de Trabajo sobre la Valorización del Sargazo, que reúne actores públicos, privados y académicos para desarrollar cadenas de valor sostenibles en torno al sargazo: desde la producción de biomasa y fertilizantes, hasta su uso en cosméticos y alimentos.
El Gobierno también anunció compromisos concretos: recolectar el 5 % del sargazo proyectado para 2026 (50,000 toneladas métricas) y 10 % para 2027 (100,000 toneladas), además de fomentar el uso de datos oceanográficos abiertos, proteger el 30 % del territorio marino y ejecutar una estrategia nacional de gestión sostenible del espacio oceánico.
La batalla contra el sargazo continúa en tierra y mar, con la esperanza de que esta crisis pueda transformarse en desarrollo y sostenibilidad para las comunidades costeras del país.