A propósito de que cada 2 de mayo se celebra el Día Mundial contra el Bullying, se estima que el bullying, también conocido como acoso escolar y su versión digital el ciberbullying, son responsables de más de 200,000 muertes al año, ya sea directa o indirectamente.
Según un estudio realizado por Bullying Sin Fronteras entre 2022-2023, a nivel mundial los casos de bullying continuaron creciendo y en promedio seis de cada 10 niños sufrieron de forma diaria alguna forma de acoso tanto de forma física o a través de medios digitales. México, Estados Unidos y España son los países que están siendo más afectados por esta problemática en el mundo.
En el caso de México, la organización registró 270,000 casos y se ubicó como el país con mayor cantidad de casos de bulling y ciberbullying en el mundo.
“El ciberbullying es la forma digital del bullying, una problemática que siempre ha estado presente en aulas y también en entornos laborales, pero el ciberbullying se diferencia del acoso cara a cara por factores como el anonimato, estar conectado las 24 horas o la dificultad de eliminar de Internet contenido que puede ser utilizado para afectar a una persona. Esto se le suma que la pandemia de la COVID-19 en 2020 y 2021 tuvo un especial impacto en la salud mental de muchas personas, sobre todo en niños y adolescentes”, comenta Camilo Gutiérrez Amaya, jefe del Laboratorio de Investigación de ESET Latinoamérica.
El protagonismo de las redes sociales y el rol de los influencers es un factores clave en el crecimiento del acoso cibernético. La importancia que tiene la imagen en estos tiempos y el constante bombardeo de estereotipos que marcan la pauta de lo que está bien y lo que está mal establece diferencias que muchas veces son la causa del bullying y ciberbullying. Temas como la forma de vestirse o el nivel de vida generan una brecha que impacta profundamente en jóvenes que cada vez más temprano acceden a dispositivos electrónicos y a las redes sociales.
La educación es clave para ayudar a prevenir que los jóvenes se conviertan en víctimas o para intentar minimizar las consecuencias. Es importante que las personas adultas conozcan el impacto que tiene para los más jóvenes un “me gusta” y las implicancias emocionales de recibir o no esa recompensa. Lo mismo con fenómenos como el vamping, un término utilizado para describir el hábito de despertarse durante la noche para consultar notificaciones o enviar mensajes. Esto afecta el descanso y también trae otras consecuencias para la salud y la vida de las personas.
Estar informados sobre estos temas ofrece mejores herramientas a los adultos a la hora de abordar este problemática y abre la posibilidad a un diálogo que puede ser fundamental para prevenir o aprender a lidiar con el acoso y el ciberacoso.