Economista, especialista en temas de desarrollo, macroeconomía y economía internacional. Autor de numerosos estudios, ensayos y libros sobre economía dominicana y caribeña. Fue director Coordinador Nacional de Desarrollo Humano en el PNUD, asesor de política comercial en la Cancillería, director de Comercio y Turismo en la Asociación de Estados del Caribe, y fundador y director del Centro de Investigación Económica para el Caribe (CIECA).
El 29 de noviembre 2016, Luis Abinader presentó a la opinión pública un documento titulado “Perspectivas de la deuda consolidada y calidad del gasto público en la República Dominicana” en el cual analiza las principales tendencias y amenazas que presenta la deuda pública dominicana, sobre esa base he preparado esta Nota.
La magnitud
La deuda pública consolidada alcanza US$33.2 mil millones y representa el 47% del PIB a octubre de 2016, de los cuales US$26.5 mil millones y el resto al Banco Central (Cuadro 1). Este valor es más bajo del que calculó el FMI, quien lo estimó en 48.5% para en 2015, considerando el efecto de PetroCaribe .
Esta deuda consolidada del 47% del PIB implica que cada dominicano, aun los recién nacidos deben RD$3,263 (RD$151,757 que equivale casi al ingreso anual de una persona que gane el salario mínimo legal de empresas grandes).
El ritmo de endeudamiento
El ritmo de endeudamiento neto del Gobierno de Medina es de US$192 millones, lo cual 1.33 veces el ritmo de endeudamiento de Fernández y 1.45 veces el endeudamiento de Mejía. De hecho, Medina en la mitad del tiempo de Fernández lleva acumulado un 64% de la deuda neta ejecutada por este último.
Peor aún en los tres meses del Congreso de Medina se han aprobado prestamos por US$3,689 millones lo que representa el 42% de la deuda acumulada por Medina en su período de gobierno (Ver cuadro 2).
¿Es bajo o alto el nivel de deuda dominicana?
Las autoridades dominicanas argumentan que el país puede seguir endeudándose ya que otros países tienen una deuda en porcentaje del PIB mucho mayor. Desde la crisis de la deuda en la década del 80 del siglo pasado los países deudores que la mejor forma de medir la capacidad de endeudamiento de un país es en relación entre el pago de intereses y los ingresos tributarios.
La presentación de Abinader muestra un cuadro interesante que compara algunos indicadores de la deuda de Japón, Grecia y EEUU con la de República Dominicana. Se aprecia:
Una proporción creciente del gasto se dedica a pagar intereses
El gobierno dominicano tiene que dedicarle cada vez más recursos de los ingresos tributarios al servicio de la deuda. El capital de esa deuda se puede reenganchar, pero los intereses no. A pesar de que en los últimos años el gobierno dominicano está tomando prestado para pagar intereses. El pago de intereses es un dinero perdido en términos de desarrollo y bienestar, sobre todo cuando esa deuda ha tenido un destino dudoso como financiar los Tucanos, el sobre precio de Punta Catalina y en general la deviación fondos que ha caracterizado la administración pública en un país donde no existe consecuencias frente a los actos delictivos y el sistema de justicia está cooptado por el Partido Oficial.
El uso de los ingresos tributarios para pagar intereses ha ido aumentado. Entre 2000 y 2004, por cada RD$100 de aumento de gasto público apenas RD$14 iban al pago de intereses, entre 2005-2012 bajo ligeramente a RD$12 pero entre 2013 y el presupuestado en 2017, subió a un RD$39 y entre 2016 y 2017 aumentó a RD$56. Es decir que por cada RD$100 de aumento del gasto casi el 60% de ese aumento debe destinarse al pago de intereses y por lo tanto menos disponibilidad habrá para mejorar la salud, la seguridad ciudadana, el servicio de agua, etc. etc. (Cuadro 4)
Insólito: son más caros los bonos del gobierno que los privados
La presentación de Abinader muestra otra información interesante. Se supone que los instrumentos financieros que coloca el gobierno en el público son más seguros que los del sector privado, pero en RD ocurre lo contrario: para colocar sus emisiones el sector privado paga 9.86% de intereses, pero el gobierno debe pagar más del 11%. Es decir, los compradores perciben más riesgo en los instrumentos que coloca el gobierno que los que coloca el sector privado.
¿A quién se le debe el Gobierno?
El perfil de la deuda del gobierno dominicano (SPNF) ha cambiado notablemente. En el 2005 solamente el 21% del financiamiento provenían de bonos soberanos y el 86% restante era de financiamiento multilateral, binacional y banca comercial internacional. A octubre de 2016 el financiamiento ha cambiado el perfil: el 70% del financiamiento son bonos soberanos y el resto es organismos multilaterales, otros gobiernos y banca comercial.
Esta nueva forma de financiamiento plantea riesgos y oportunidades al momento del repago con relación a las anteriores modalidades de financiamiento:
Otro problema es que una crisis de iliquidez puede arrastrar al sistema de pensiones ya que a diciembre de 2015 según la Memoria del SIPEN el 47.6% de los fondos de pensiones están en “Títulos de Deuda del Banco Central”, el 22.3% en bonos emitidos por el Ministerio de Hacienda y el 0.26% en Letras Hipotecarias-BANDEX, es decir que el 70% de los fondos de pensiones están en títulos o bonos emitidos por el Estado Dominicano. (http://www.sipen.gov.do/images/docs/pub_memoria_2015.pdf p.20)
¿Hay límites para seguir endeudándose?
Los acreedores internacionales, poseedores de la deuda soberana de cualquier país han aprendido que los países tienen dos opciones pagar la deuda o “apearse de la globalización”.
Un buen ejemplo ha sido Grecia, cuyo primer ministro Alexis Tsipras (enero de 2015) convocó a un referéndum en agosto con una sola pregunta: “¿Debe ser aceptado el proyecto de acuerdo presentado a Grecia por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional?” basado en una austeridad muy severa. El 61.3% de la población rechazó la propuesta. Al poco tiempo, tuvo que negociar con troika el severo programa de ajuste que la población había rechazado. El resultado ha sido un crecimiento promedio negativo del PIB (-3.6%) entre 2008-2015 y una tasa de desempleo por encima del 25%.
Al acreedor, tenedor de bonos dominicanos (que puede estar en cualquier parte del mundo) no le importa lo que pueda pasar en este país y cómo se haya utilizado ese dinero (si se invirtió productivamente o simplemente sirvió para pagar corrupción, clientelismo o comparar una reforma constitucional) lo que le importa es cobrar su capital e intereses a vencimiento. Lo peor es que el sistema está diseñado para reenganchar el capital constantemente así que si hay un retraso en pago, resulta más difícil volver a colocar bonos para pagar los vencimientos y sobreviene una crisis de ajuste severo: pagar la deuda, pero a costa de la calidad de vida de la población.
No hay que ser un genio en la economía para saber qué sino se altera esta tendencia de endeudamiento y uso inapropiado de esos recursos, la RD se encamina de forma acelerada a una situación de ajuste severo: desempleo, caída del PIB y deterioro en la calidad de vida de la gente.
¿Hay alternativas?
Si hay alternativas. El Gobierno debería tomar de manera inmediata 5 medidas:
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